Una iniciativa en la dirección correcta

Hemos señalado con anterioridad nuestra definición estratégica, como empresa líder en la industria logística nacional, de promover el desarrollo de nuestra actividad desde un enfoque integral, fomentando la distribución adecuada de los modos de transporte, bajo una mirada sostenible y de armonía con el entorno, y con un equilibrio capaz de resolver las necesidades de nuestro comercio exterior de una manera acorde a los avances que va teniendo nuestra infraestructura.

Desde esa perspectiva, vemos con buenos ojos las modificaciones al proyecto de ley de cabotaje que incorporó recientemente el Gobierno, a través de su Agenda de Competitividad. Hay allí una mirada de Estado, de largo plazo, desprovista de interés político específico y transversal en la manera en que acoge miradas de distintos actores de nuestro rubro: sin ir más lejos, la iniciativa hace suya las bases de la ley que proponía la apertura del cabotaje presentada por la administración anterior.

Esta iniciativa, en lo medular, restablece la reserva de cabotaje a naves chilenas, pero replantea la definición de cabotaje, admitiendo excepciones que permitan que naves extranjeras cumplan el rol de transportar cargas entre puertos marítimos dentro del país, apostando además que en el mediano plazo se establezcan como navieras nacionales, contratando así tripulación chilena. Entre sus beneficios, entonces, está la generación de empleo, además de la baja de costos logísticos asociados a un menor uso del transporte terrestre y un mejor rendimiento ecológico, al disponer un modo de transporte con menores emisiones de CO2.

Creemos que este esfuerzo, representado en un cambio normativo que aún debe ser aprobado en el Congreso, va en una dirección correcta, pues le permitiría a nuestra industria dar un salto al nivel de países más desarrollados, que han apostado por fomentar la multimodalidad entre el modo vial, el ferroviario y el cabotaje marítimo y fluvial.

Por cierto, no se trata de bloquear o impedir al transporte por carreteras seguir ejerciendo su actividad -que ha sido el sostén de nuestro sistema de distribución de mercancías en las últimas décadas-, sino de balancear nuestras alternativas y buscar una complementariedad entre ellas. Esta posibilidad de combinar e integrar modos de transporte permitirá, en definitiva, traspasar menos costos a los usuarios, acompañar de forma más armónica el desarrollo de nueva infraestructura -sea pública o privada- y adaptarse, además, a las realidades geográficas y sociales de cada territorio en el país.

Parece, además, razonable utilizar la capacidad ociosa que representan aquellos barcos de bandera extranjera que circulan por nuestras costas, uniendo los distintos puertos del país con espacios disponibles. Dado que Chile es un punto terminal de servicios de línea, es decir, aquellos que van al sur ya descargaron mercancías en Colombia, Ecuador y Perú, y los que van al norte todavía no han cargado en esos países, ocupar esa capacidad para movilizar carga doméstica constituye una posibilidad viable y que no genera nuevos impactos; es más, dado que las emisiones de estas naves seguirán siendo las mismas -con o sin carga de cabotaje a bordo- la solución propuesta es “carbono-neutral”.

Creemos que la implementación de esta iniciativa -así como el impulso al desarrollo ferroviario que ha venido ocurriendo-, permitirá un uso eficiente de los modos de transporte avanzando así en el concepto de “corredores” o “puentes continentales”, que es la manera de unir regiones o territorios productivos con sus puertos de salida al mundo, a través de los modos de transporte que resulten más efectivos, sostenibles, innovadores y de menor costo.

Naturalmente, esta actividad debe resguardar la adecuada competencia entre los actores que ingresen a participar de la industria del cabotaje, así como también con los otros medios de transporte, adecuando medidas como la emisión de la guía de despacho y la correspondiente factura afecta a IVA.

En definitiva, la apertura del cabotaje se condice con una estrategia idónea y equilibrada para nuestra logística, de cara a los esfuerzos públicos y privados que han venido dándose para que nuestro comercio exterior siga dando garantías de eficiencia y competitividad ante los mercados del mundo.

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